" En la concepción freudiana de la melancolía -retomada por Abraham, y que constituye la base de la concepción psicoanalítica- el sujeto no ha podido sobreponerse a la pérdida de un objeto (muerte de una persona querida, decepción, etc.) La condición de esta incapacidad, a saber, el hecho de que el melancólico no pueda elaborar, como se dice, la pérdida, que se vea impedido de realizar el trabajo del duelo, se debe -explica Freud- a una antigua identificación narcisista con la persona querida y perdida. Cuando el melancólico introyecta el objeto, la identificación narcisista deja sentir los efectos de la ambivalencia. "Cuando el amor al objeto, amor que ha de ser conservado no obstante el abandono del objeto, llega a refugiarse en la identificación narcisística, recae el odio sobre este objeto sustitutivo, calumniándolo, humillándolo, haciéndolo sufrir y encontrando en este sufrimiento una satisfacción sádica. El tormento indudablemente placentero que el melancólico se inflige a sí mismo significa análogamente a los fenómenos correlativos de la neurosis obsesiva, la satisfacción de tendencias sádicas y de odio orientadas hacia un objeto, pero retraídas al yo del propio sujeto en la forma como hemos venido tratando. "
El modelo pulsional se inscribe en la línea de sus Lecciones de introducción al psicoanálisis. La pulsión, su trazado y su vicisitud son los grandes temas. En este recorrido Masotta deja al descubierto que cada texto freudiano debe ser tomado como un estado de investigación y de lectura de la práctica. Investigación llevada a cabo por la clínica y la especulación. Especulación que no pierde rigor ni validez, aunque se aleje de los modelos cientificistas. De ahí que tome como referencia el cuento de Henry James "Otra vuelta de tuerca", cuento que nos enfrenta con el estatuto de lo real. Así es que los trabajos y conceptos psicoanalíticos no se leen en la línea del progreso sino en el espiral de "otras vueltas de tuercas" intrínsecas a la propia práctica atravesada por el propio análisis. Las vueltas de tuerca posibilitan hacer hablar a los textos también por lo que no dicen. Queda entonces a nosotros como comunidad ir dando nuevas vueltas de tuerca, a la altura de la época, pero que no pierdan como eje de giro la verdad de la pulsión.
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